Nos volveremos a ver
Por Pablo G. Perpinyà, portavoz de Más Madrid en la Asamblea.

Para muchos el confinamiento está sirviendo para retomar amistades a través de videoconferencias, pasar más tiempo con la familia o charlar por primera vez con algún vecino desde balcón. También hay quién ha aprovechado para recuperar aficiones, limpiar armarios y cajones e incluso ordenar aquella vieja caja de zapatos que contiene los recuerdos de algún tiempo pasado. Por eso y porque por primera vez el Dos de Mayo no será el segundo mejor puente del año, el Madrid acelerado y tumultuoso quizás hoy necesite más que nunca detenerse, apartar por un día toda esa capa de centralidad, sobreexposición mediática y sobriedad institucional, y buscar su razón de ser.
Una provincia, que a la vez es ciudad y comunidad; la región más rica de España que a su vez es una de las más desiguales; un territorio que Felipe II eligió para ubicar la Corte y que, sin embargo, siempre tuvo muchos más arrabaleros que nobles; el símbolo de la centralización del Estado por los Borbones y a la vez aficionado a los motines contra los poderosos bien fuera para pedir pan o la bajada de los precios; un Madrid que se escribe “d” y se dice con “z” y que tan pronto se levanta en armas contra una invasión extranjera como aplaude la vuelta del tirano al grito de “vivan la cadenas”. Una identidad solapada, temerosa de mostrarse, con el orgullo dañado, presionada por los cuatro costados y repleta de apasionantes contradicciones.
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