Por qué Ayuso no es Almeida

Por Pablo G. Perpinyà, portavoz de Más Madrid en la Asamblea

MADRID, 29/04/2020.- La presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso, durante su intervención ante el pleno de este miércoles de la Aamblea de Madrid ante el que comparece para informar sobre su gestión de la crisis del coronavirus. EFE/Ballesteros POOL

El pasado viernes, tras un discurso emocionante de Rita Maestre que logró conectar con el sentir de una gran parte de la sociedad, el alcalde de Madrid reconoció y agradeció la responsabilidad de la líder de la oposición a pesar de sus diferencias políticas. Solo 24 horas antes, su homóloga en la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso, desconvocaba la reunión a la que se había comprometido con la oposición y se negaba a dar explicaciones sobre su gestión de la crisis del COVID-19. Un mismo partido que gobierna con idénticos socios en el Ayuntamiento y en la Comunidad y cuyos líderes, sin embargo, parecen seguir manuales opuestos; una contradicción aparente, un reparto de roles preestablecido, quizás caracteres opuestos o simplemente estilos comunicativos, algunos dirán incluso que divergencias políticas, pero por encima de todo diferenciados por sus preferencias y decisiones.

La mayor ventaja con la que cuenta normalmente un gobierno frente a su oposición es la capacidad de elegir el escenario en que se da la discusión política. El gobierno elige la mayor parte de los temas que están sometidos a debate, la forma en la que integran o rechazan las demandas de la oposición y, sobre todo, la relación que se establece con el resto de agentes políticos y sociales. De esta forma, mientras que Almeida optó por mantener un mínimo de diálogo, información y rendición de cuentas con la oposición, sin renunciar a sus capacidades como gobierno, Ayuso optó precisamente por lo contrario. Y no fue falta de astucia ni de altura política, que en ocasiones nos hemos limitado a analizar, sino una decisión estratégica de alguien que rápidamente dejó de entender la pandemia como una amenaza en términos políticos y buscó convertirla una oportunidad para, mediante la confrontación con el Gobierno de España, aumentar su influencia pública. Una operación muy cuestionable desde el punto de vista ético pero tremendamente eficaz de cara a sus objetivos.

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