Qué puede hacer el Ayuntamiento de Madrid para ayudar en la desescalada?

Miguel Montejo, concejal de Más Madrid en el Ayuntamiento de Madrid. Artículo publicado en 20Minutos.

En cómo salgamos del confinamiento que ha sido capaz de doblegar la curva de la pandemia del Coronavirus nos jugamos mucho, no solamente nuestra salud como individuos, también como sociedad. Las tensiones políticas que todos estamos viendo, y que nada tienen que ver con la gestión sino con intereses partidistas, son una terrible advertencia de ello.

De acuerdo con todo lo que sabemos sobre la Pandemia en este momento, no se trata de evitar los contagios eternamente, sino de retrasarlos tanto como nos sea posible, si no a la expectativa de un tratamiento eficaz o de una vacuna, al menos escalonando la llegada a los hospitales. Por ello, habiendo ya superado el primer “pico de pandemia”, es hora de hacer la desescalada, el ir saliendo del confinamiento con prudencia y precaución, pero ¿cómo hacerlo? o más exactamente a efectos del Ayuntamiento ¿qué puede hacer la ciudad de Madrid para ayudar a lograrlo con éxito?

Desde las Entidades Locales podemos hacer mucho para que la llamada desescalada salga bien, y más aún, con los enormes recursos de los que disponen nuestras grandes ciudades, que debemos ser capaces de movilizar para estrechar los lazos que nos unen en lugar de separarnos.

Los municipios son las Administraciones que más cerca tenemos los ciudadanos, los que cuidan de los aspectos más básicos de nuestra convivencia, y disfrutan de la credibilidad que da esa cercanía respecto de otras Administraciones. Debemos aprovechar ese impulso.

Que el actual alcalde José Luis Martínez-Almeida, con independencia de la mejor o peor gestión concreta de las cosas, haya tratado de evitar entrar en la confrontación política de manera pública, y que los partidos de la oposición hayamos optado recíprocamente por la lealtad institucional, no exenta de crítica pero siempre constructiva y colaborativa, es sin duda una importante oportunidad para que armemos un pacto multipartidista en Madrid que abandone cualquier politiqueo por hacer Política, con mayúsculas, sin que ninguno de sus actores tenga que renunciar a su manera de ver las cosas, para colaborar con el plan gubernamental y autonómico de desescalada, que ayude a evitar que se reproduzca la infección.

El Ayuntamiento de Madrid, en el ejercicio de sus funciones y competencias, y en el contexto del Real Decreto del Estado de Alarma de 14 de marzo, no solo puede, sino que debe ofrecer sus ideas y recursos para contribuir al plan de desescalada que coordinará el Gobierno y la Comunidad Autónoma.

Como nos enseñó Manuela Carmena “no todo lo que sufren las y los madrileños será de la competencia del Ayuntamiento, pero sí es de su incumbencia”.

La desescalada en tiempos de incertidumbre

Lo primero que tenemos que observar es que aún tenemos importantes incertidumbres respecto de a qué nos enfrentamos. Este tipo de Coronavirus, llamado SARS-CoV-2, es nuevo y aún sabemos muy poco de cómo funciona. Seguimos sin saber en qué medida se ve afectado por el clima, de cara a prever un comportamiento estacional, ni qué nuevos “picos de pandemia” nos esperan, ni de su capacidad de mutación, con las implicaciones que ello supone para el desarrollo de inmunidad, ni por qué afecta a las personas de maneras tan variables, ni de sus posibles secuelas a largo plazo. Ni tan siquiera tenemos protocolos médicos claros o cuándo tendremos una vacuna segura y útil.

Tampoco sabemos cuál es el grado de inmunización o de exposición de la población al virus. Para intentar hacer una aproximación estadística, el Ministerio está realizando miles de pruebas que nos den un mapa más realista que el que tenemos ahora, en el que solo testamos a personas con síntomas graves y a sanitarios. En la ciudad de Madrid creemos que hay de entre el 20 y 40% de la población que ha tenido contacto con el virus. En función de los datos que obtengamos habrá que establecer las acciones a tomar.

Por lo tanto, igual que hicimos al comienzo de la pandemia, cuando optamos por esperar a ver qué hace y cómo se comporta el virus para tomar la decisión de confinarnos en nuestras casas produciendo un cataclismo en nuestra economía, ahora tenemos aún más motivos para ser prudentes. Lo cual no impide que nos preparemos adecuadamente para lo que sí vamos sabiendo.

La comunidad científica está trabajando sin descanso y ya hay cosas que conocemos mejor. Por ejemplo, que en etapas concretas de la enfermedad responde bien a la hidroxicloroquina o los corticoides. También sabemos que el virus se acantona y reproduce con inusitada profusión en la garganta. Lo cuál ha sido determinante para que la propia Organización Mundial de la Salud cambiase su recomendación, hace apenas una semana, de que las mascarillas para evitar el contagio a otras personas pueden ser de ayuda para no propagar la enfermedad. Pero cuidado, no vale cualquier mascarilla.

¿En qué creemos que debería a consistir la desescalada desde el punto de vista municipal de Madrid?

Ahora bien, si aún hay muchas cosas que no sabemos, hay otras que sí vamos conociendo, como la recientísima recomendación de la OMS respecto de la utilidad de las mascarillas denominadas “quirúrgicas”, siempre que sean utilizadas por toda la población. Desde el Ayuntamiento podemos promover su utilización masiva, con campañas específicas, utilizándolas en público los propios políticos o seduciendo a personas conocidas a hacerlo.

De igual manera podríamos dar a conocer las características técnicas básicas para que las mascarillas no sean un placebo, podríamos comprar en coordinación con la Comunidad y el Gobierno mascarillas desechables, favorecer que el comercio de las mismas en la ciudad o incluso quizás también podríamos dar indicaciones de cómo producir unas mascarillas útiles en nuestras casas (las de tela no valen, por ejemplo).

Otra cosa que vamos sabiendo es cuáles son las pruebas diagnósticas que debemos hacernos: pruebas de determinación de la existencia del virus en nuestro cuerpo (llamadas PCR), y pruebas de inmunización (que en principio nos indican que hemos pasado la infección); y la más que probable importancia que van a tener en el futuro inmediato.

Las indicaciones definitivas de estas pruebas las dará el Ministerio de Sanidad, pero es importante conocer que habrá de hacerlo de acuerdo a la capacidad operativa y de gestión (y su voluntad política) de cada Comunidad Autónoma y Servicio Regional de Salud. En este contexto, la Ciudad de Madrid cuenta con un Organismo Autónomo llamado Madrid Salud dotado de una plantilla de profesionales de la medicina, la enfermería, la farmacia, laboratorio (que puede producir mucho hidrogel desinfectante), etc. implantada en prácticamente toda el municipio que puede ser una enorme ayuda para el caso, probable, de que se requiera hacer pruebas de forma masiva a toda la población. Lo cuál es, indudablemente, un infierno logístico y de recursos. Ofrecernos para ello a la Comunidad Autónoma de Madrid y al Ministerio de Sanidad y preparar la contingencia sería también algo importante que hacer desde la ciudad.

Combinando las pruebas a la utilización de mascarillas para evitar el contagio a terceros, podríamos proponer un protocolo de desescalada que no estará exento de polémica, pero que en cualquier caso tendrá que tener toda la determinación. Si bien la dotación de distintivos en función de la situación diagnostica de cada cual parecía una idea apropiada, también es cierto, tal como se me hizo ver tras la publicación original de esta propuesta, que estos distintivos, sobre todo si son visibles, pueden producir diversos efectos contraproducentes, como la estigmatización, el fraude o incluso resultar un incentivo para el contagio voluntario. Sin embargo, sí insisto en el uso de apps de localización, siempre anonimizadas, pues resultarán de gran utilidad para monitorizar el grado de cumplimiento de los protocolos establecidos.

Tanto si usamos distintivos o apps, siempre ocultos, como si no, se deberá establecer un protocolo específico para los siguientes cuatro tipos de situación: inmunizados (que razonablemente pensamos no son vectores de la enfermedad), portadores (contagiosos), no inmunizados y personas de riesgo de padecer una enfermedad grave.

Las personas “inmunizadas”, podrían circular libremente. Las personas “portadoras” del virus, deberían quedar en confinamiento, bien en sus casas o bien en observación en algún lugar seguro, y siempre alejadas de personas de riesgo, como las personas mayores o inmunodeprimidos. Y las personas “no inmunizadas” o que simplemente no se han realizado las pruebas, deberían vigilar sus síntomas.

Respecto de las personas de riesgo de padecer una forma severa de la enfermedad, que no tendrían por qué llevar mascarilla, dado que la mayoría solo protege de no infectar a otros, sino que deberán estar siempre protegidas en lugares libres de infección (dotar del tipo de mascarillas que evitan infectarse y además el contagio, seamos claros, es imposible). Solamente con estas medidas podría ayudar a protegernos del drama de nuestras residencias de mayores. Y, además, tendría la ventaja de que quien no llevase mascarilla por voluntad propia sería socialmente considerada como persona con riesgo de enfermar.

Sin duda estas medidas serán un impedimento para la vida “normal”. Pero es que no nos engañemos, en tanto la ciencia no desarrolle una vacuna o el grado de inmunización general sea completo, la vida no volverá a ser “normal”.

Una Ciudad mejor tras la Pandemia

Además de protocolos sanitarios individuales que nos ayudan colectivamente, Madrid debe profundizar en la política de equidad, sostenibilidad y reequilibrio territorial, así como de todo el sistema de protección social.

Si observamos en un mapa la incidencia de la pandemia veremos cómo afecta más a los territorios más desfavorecidos. La ciudad debe atender también este hecho, preparándose para atender además al drama social que se nos avecina.

En este punto hay que conocer qué es el Ayuntamiento, porque si bien una parte de la ciudad desconoce por completo sus funciones y actividades, hay otra, a la que se va a ir sumando cada día más gente, cuyas vidas dependen de las ayudas que les presta el Consistorio. Las consignas habituales del tipo “generando empleo” están bien, pero no van a ser suficientemente rápidas. Por ello, los mecanismos ahora establecido como excepcionales, deben comenzar a asentarse para no agrandar el drama social y humano que estamos y que vamos a continuar viviendo.

El papel de Madrid en la llamada desescalada también debería alcanzar a una de las situaciones que hemos podido comprobar durante este extraño mes y medio sin apenas coches circulando por la ciudad, que son los enormes beneficios de la reducción de la contaminación.

Ya ha sido descrita una relación entre la contaminación, la infección por Coronavirus y el desarrollo de formas graves de la enfermedad, y por ello patrocinar el desarrollarlo de medios de transporte alternativos al coche contaminante individual. Tengamos en cuenta una cifra que no por conocida deja de sorprendernos una y otra vez: el 42% de la población madrileña no dispone de coche, ni de carnet de conducir. Y casi un 50% de los habitantes de Madrid usan el transporte público para sus desplazamientos en la ciudad.

Quizás ahora realizar una gran inversión en carrilles bici para toda la ciudad haga más sentido de manera generalizada, pudiendo reclamar fondos específicos al Estado del excelente remanente que produce la economía del Ayuntamiento. Pensemos, por último, que invertir en el transporte puede ser estratégico para recuperar una de nuestras principales industrias: el turismo.

Una propuesta política transversal

Hay muchas otras propuestas que Madrid debería desarrollar en las cuáles podremos o no llegar al grado de consenso que deberían recoger las anteriores.

Algunas de ellas podrían ser continuar apostando por el teletrabajo y el desarrollo de las tecnologías, acercando al máximo la Administración electrónica o la adaptación definitiva de nuestros mercados a la venta online; o también por la alfabetización tecnológica pues no han sido pocas las personas mayores que al carecer de habilidades tecnológicas han pasado su confinamiento en especial soledad; o a las escuelas y colegios semipresenciales que mejoren la preparación de nuestras hijas e hijos para un futuro mejor; o desarrollar Madrid Salud, logrando que sea declarado por el Estado como servicio esencial para la promoción y prevención de la salud; o a desarrollar parques infantiles adaptados a esta nueva situación; o, desde luego, a dotar de sistemas de limpieza desinfectante a la entrada de metros, paradas de autobús o BiciMad, y aprovechar, por cierto, a extenderlo por fin a toda la ciudad.

Si estas propuestas, o al menos algunas, se realizasen con la participación de los muy distintos grupos municipales que componemos el actual Pleno del Ayuntamiento de Madrid, dejando todo el espacio para que cada cual desarrolle su manera de ver las cosas sin colisionar en estás o una mayoría de estas medidas, se provocaría sin duda un efecto inspiracional de carácter transversal en toda la ciudad que nos ayudaría a reconstruir no solamente nuestra salud y nuestra economía, sino también nuestros golpeados espíritus, y recuperar la confianza que sin duda vamos a necesitar para volver, con el tiempo, a la normalidad.

En tiempos de tribulación la ciudadanía pide y reclama unidad, frente al odio y al frentismo que son fáciles de alentar y luego difíciles de atemperar. Aunar esfuerzos no es anular la natural, legítima y conveniente discrepancia y control de los poderes públicos, sino hacer ver que somos un pueblo, uno único, que compartimos un futuro y un espacio común, que no dejaremos a nadie ni a nada atrás, sobre todo al futuro.

Es tiempo de ese esfuerzo, es tiempo de mirar hacia delante, de ponernos de acuerdo y de renovar los mínimos de convivencia. En este giro político aparece la idea de la colaboración y los cuidados, de esencia del feminismo, de sostenibilidad ecológica y de justicia social, frente a la que el Ayuntamiento, esencial la convivencia desde las Instituciones, en su conjunto y con la participación de todas y todos sus representantes, puede jugar un papel determinante en que, de verdad, todo vaya a ir bien.

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